En los próximos números de nuestro blog vamos a abordar diferentes complejos que se pueden dar en la infancia. Puede ser una herramienta útil de conocimientos para ti, o puede no servirte para “nada” e igualmente aclararte ciertas actitudes y conductas de tus hijos/as que no habías apreciado. De cualquier modo, te vamos a contar, número a número, diferentes situaciones que se pueden dar en la infancia.
Empecemos por los hermanos/as. El nudo de una serie de redes conflictivas entre los sentimientos fraternales es designado con esta apelación del complejo de Caín. El/la hermano/a mayor suele sentir celos hacia el/la hermano/a pequeño/a, que le viene a quitar su puesto de único/a o preferido/a. Por su parte, el/la pequeño/a reacciona ante el/la mayor con su correspondiente agresividad por otra serie de factores.
Los conflictos entre hermanos/as han tenido su designación tópica en Caín y Abel, los hermanos más célebres enemigos de la mística humana, patrones de muchos otros que la historia y la leyenda nos han dado en abundancia. Suele hablarse también del complejo de Abel como de «situaciones o formas de ser típicamente abélicas», opuestas a las «situaciones o formas de ser típicamente caínicas». Los matices abélicos suelen ir por la bondad y la resignación, la dulzura incluso. Y los matices caínicos van por los celos, la cólera y la agresividad.
Adler considera que es un mecanismo inconsciente y neurológico en el cual el individuo trata de compensar sus sentimientos de inferioridad, resaltando aquellas cualidades en las que sobresale. El síndrome de superioridad es una consecuencia de un previo complejo de inferioridad mal resuelto. Quien no siente la “inferioridad” no precisa exhibir su “superioridad”; por otra parte, quien es claramente superior es así percibido por los demás, sin requerir una manifestación mayor.
De todas maneras, es importante advertir que un/a niño/a, aunque exhiba comportamientos autoritarios y arrogantes, o desarrolle actitudes de prepotencia, no necesariamente se hallará en un auténtico “complejo de superioridad”, si no es consecuencia de una percepción previa de ser inferior en algo.
Los complejos de superioridad e inferioridad son a menudo presentados ambos por las mismas personas, y se manifiestan de maneras diferentes. Sin embargo, los dos complejos pueden existir el uno sin el otro.